Lágrimas.

Me decían que no era normal mi actitud frente a determinados problemas que me planteaba la vida. Decían que lloraba por tonterías, que era una blandita y que me iría mal si seguía por ese camino de llorar en soledad. ¿Qué tiene de malo llorar? Me preguntaba yo.
Mejor sería llorar en soledad, desahogarse, sentirse bien llorando, liberando la rabia que te come las entrañas.
La gente no lo entendía. Y yo no entendía porque todo el mundo estaba en mi contra.
Muchas veces he leído que la gente llora sola, que se pinta sonrisas en la cara y sale a la calle como si nada pasase. ¿Por qué a mí me criticaban?
Tanto tiempo a la sombra ahogando mis lágrimas y sacando a relucir mis mejores sonrisas dieron su fruto el día que todos dejaron ver sus lágrimas. Yo no sonreía, pero fui fuerte y no lloré. Pude limpiar todas las lágrimas que se derramaban por las mejillas, mientras mi rostro se mostraba impasible. Mi interior estaba destrozado como tantas veces antes, pero ahora nadie veía a esa chica que lloraba a solas, ahora veían a una chica fuerte capaz de luchar contra el mundo.
Ahora todos se preguntaban ¿por qué no lloras? Mi respuesta fue simple: Lloro en soledad para no angustiar a nadie, lo hago como forma de liberación. No es a menudo, pero me libera. Antes todos erais fuertes, nunca llorabais ni a solas ni con compañía, creíais que erais fuertes, pero acabo de demostrar que las apariencias engañan y que yo soy la fuerte. Soy capaz de reprimir las lágrimas, esas que vosotros derramáis. No lo entenderéis, pero dejarme ser fuerte a mi manera.