Tenía un corazón que rebosaba de amor. Quería compartir su amor con alguien. Buscar la felicidad en compañía, pues ya estaba cansada de esa soledad abrumadora en la que se sumía su vida.
Alegre, ilusa y demasiado caprichosa. Pensaba que la felicidad la encontraría en los grandes detalles, en los montones de gente, en el ruido de las calles. Pero poco a poco su vida se tornaba oscura descubriendo la cruel realidad.
Su alegría pendía de un hilo cada día que pasaba. El ruido de las calles se volvió molesto. Su ilusión desapareció, como desaparece el polvo al pasar el plumero. Los grandes detalles se volvían pequeños poco a poco. Y los caprichos pasaron a ser repudiados por su corazón. Los montones de gente la molestaban y su soledad se volvió su mejor compañera.
Pero quería salir de aquel agujero negro en el que sucumbía su vida. Parecía difícil, pero no lo era.