Soy feliz, porque tú me haces feliz

Su mano recorría mi espalda de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba y repetía la secuencia. Mientras yo me evadía del mundo.
Él sonreía. Yo de vez en cuando miraba su sonrisa y sus ojos llenos de luz.
El parque estaba tranquilo. Los pájaros que estaban sobre el árbol trinaban una dulce canción que ambientaba el momento.
Su mano dejó de realizar sus movimientos sobre mi espalda y él se colocó a mi lado. Me acarició el  pelo. Le miré con una sonrisa. Y mientras el me besaba en la frente yo cerraba los ojos tratando de atrapar ese momento. Los segundos se hacían eternos, pero me fascinaba aquellas sensación. Era feliz, porque estábamos juntos.
     -Soy feliz, porque tú me haces feliz.- Susurré despacito
     -Es lo mismo que siento yo.
     -Te quiero.
     -No creo que más que yo a ti. Eres perfecta y haces que mi mundo sea perfecto. Tu sonrisa, tus ojos con esa forma de mirar. La sensación de paz que me transmites cada vez que estamos juntos. No puedo pedir nada más que pasar mi vida entera junto a ti.

En ese momento volví a cerrar los ojos con una sonrisa aún más grande que la anterior. Él se acercó lentamente a mis labios. Fue un beso eterno. La mejor sensación del mundo. El presentimiento de que todo iría bien para siempre. Un sueño echo realidad.