Se sentía herida, con el alma magullada. Las sobredósis de recuerdos no suelen ser buenas compañías.
Anne allí se hallaba, en la esquina de la habitación frente a la ventana. El sol entraba por las rendijas de la persiana deslumbrando su cara, intentando evaporar las lágrimas que caían por sus mejillas. Iluso el Sol.
     Muñecas destrozadas por los golpes de la vida. Alcohol por el suelo inundando la presencia de Anne.
Pequeña, dulce y perdida Anne. Más perdida que cualquier otra cosa. ¿Qué hiciste con tu vida, querida? ¿Dónde perdiste la fe?
     Un camino lleno de piedras que no supieste esquivar.