Todo tiene su fin. Nada es eterno. La palabras disipadas en el éter convertidas en sueños.
Sobrevivir se antoja muy difícil sin ti. Sonreír, se olvidó de hacerlo. Dejaba mensajes en el contestador. Lo único que no perdía era la esperanza de la respuesta. Un esperanza que la hacía débil.
Y ya no estás. No tienes pensado volver. Y cuando lo haces, es en forma de recuerdos que golpean fuertemente la cabeza de una loca cansada de vivir.
Porque si no estás no es nadie.
Porque esta autodestrucción sin ti mata un cuerpo, pero sobrevive el alma que viaja volando hasta ti. Sonríe, se apaga, desaparece. No sientes nada.

Adiós vida. Adiós mundo. El amor ha ganado a una empedernida soledad.